A lo que no tiene lógica se le inventa una y ¡ya está!

Por Antonio Domínguez
Es muy seguro que las personas han descuidado el pensamiento que es de ninguna concentración, quieto ante la contemplación, y afectado solo ante lo que le seduce, que ni es ni le interesa ser resolutivo; solo es una criatura que ayuda al otro, al burdo, con algún detalle capital si hay un problema gordo y es totalmente imprescindible echarle una mano. Han cuidado mas al otro, al de alta concentración, el que vive del y para el objeto, ese,  anda desaliñado; porque se han hecho fuertes en esa fortaleza las personas; desde el barbero hasta el licenciado, y ahora se trata del conocimiento del pensamiento burdo y la razón. Pero, ¡cómo! ¡Es que se trata de colar aquí que el conocimiento no es pensamiento y viceversa? No, aquí de lo que se trata es de explicar (que tampoco es pensar, las explicaciones están en el conocer) que el conocimiento, todo conocimiento, es gregario y rema a un fin en el inmenso mar de los descubrimientos, que tiene sus tifones, vientos, sus noches y sus corrientes destrozadoras de rutas. Por si pudiera tranquilizar el alboroto de nobles y sosegados corazones, escúchenme decir con Friedrich: ¡”hace ya mucho tiempo que viví las razones de mis opiniones”! Todo hay que vivirlo igual, tanto la torpeza como la lucidez del conocimiento son de mundo mundeadas. Esto es, todo es lo que es su conocimiento. Los orgánicos, inorgánicos, animales y plantas ¡son! El conocimiento que suscitan; y mundeado queda porque todo ello en el mundo está.
El conocimiento es en todo lo humano; aun por cretino, que cuando lo es se le llama estupidez. Si me pregunta usted por mis razones (que probablemente es que sean estúpidas) yo le respondo que han ido siendo olvidadas cuando se han ido instalando mis opiniones. Las razones volaron como aves pasajeras y dejaron a su paso una opinión muy ajena al conjunto de las razones que fueron. Por eso nadie puede llegar a los orígenes de su conducta. Ningún cerebro entrará en ese caos y pelea que ya perdió.
¿Cómo se ha llegado a los portentosos descubrimientos que son?. Pues muy sencillo; como se ha llegado a componer la carne con papas. Habría que ver, hay que ver la cantidad de intentonas fallidas en generaciones hasta que dos palitos, frotándolos, produjeran fuego. Y las vicisitudes y complejidades para llegar a la materialización de la olla de hierro. ¿Y la guindilla?, que también lleva una poquita ese guiso, cuantas bocas de primates y homínidos quemaría para llegar un día a convencerse de que no era venenosa y que era aprovechable. ¿Quién fue el primero que dijo que la pimienta era comestible?. No voy a seguir con este paralelismo que le falta algo para completarlo, porque creo que ya lo he tratado en otro lugar. Creo que ya dije pero por si acaso lo voy a repetir, el más grande invento, descubrimiento, que tiene su basamento en una portentosa ciencia anterior; descubrimientos anteriores, que se, si se analiza bien la cuestión, se puede llegar fácil a la convicción que no ha sido un logro muy grande con respecto al trabajo anterior. El primero que llegó a la materialización de un guiso cualquiera, seguramente le pusieron una corona de laureles. Hoy en los extraordinarios “guisos”, logros, también se encasquetan sus coronas de “laureles”. Laureles de ahora, que también tienen descendencia (que se multiplican, quiero decir); me gusta entender lo mejor que puedo este significado. Aquí según mi opinión, no hace falta contemplar hipótesis, para tratar de armar dictamen inspirado en la caverna platónica. Ese paralelismo favorito de todos, ha sido usado hasta la extenuación: hasta para la falta de dinero. Para ver como detrás de ella (la caverna) “pudiera” haber una segunda autentica vía y vida. ¿La usaría yo (la caverna como paralelismo) para establecer la alternancia del fenómeno genuino, con el conocimiento-pensamiento-razón? ¡No, nada de ello hace falta!. El menos avisado verá, que en cuanto se trate del fenómeno superior ¡tiene! Un grandioso conocimiento intuitivo del secreto de las formas, y se deja ir despacito, como si aparte de tocarlas la realidad, las tocara de mas realidad, de misterio, de destino, dominando exhaustivamente las situaciones de espera. Esto es así. Aunque se nos escapen imperceptibles a la consciencia las grandes memorias del instinto, sus voluntades etc. su riquísima vida que sin saber ni sentir el porqué. Nos pone expectantes, vigilantes, desconfiados, confiados, tranquilos, intranquilos presintiendo presagios; en fin, rector y gestor de lo mas importante de la vida es el primer fenómeno: intuición o, pensamiento genuino; del que la conciencia solo sabe que existe, pero nada mas. De las estructuras subyacentes al primer fenómeno, esto es, entre la memoria y el lenguaje, se sabe mucho; no lo sé yo, pero conozco gente que sé que sabe… eso en cuanto a que, el fenómeno conocimiento, pensamiento y razón pueden ser concienciados. El fenómeno genuino tiene un comportamiento análogo y homónimo pero, ajeno al lenguaje; aunque los fines sean los mismos, que no la finalidad, sus lenguajes son otros: los de la forma y la esencia, según mi opinión, no se puede medir, y no alcanza nunca ninguna consciencia: es el soberano oculto Nietzscheano.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Este hombre ha leido mucho.Sus escritos son enrevesados pero cargados de sapiensa e intelectualidad un genio perdido por los letales daños de la Posguerra sr.Antonio mis respetos.

Entradas populares