El entender correctamente, se nos va de las manos

Por Antonio Domínguez
Solo obrando y practicando se aprende, pero no crea nadie que más allá de la clase de conocimientos que ha venido, por elección almacenando. En esa perfección que se va consiguiendo se decrece en todo lo demás por la gran falta de tiempo que genera la dedicación a la “totalidad” cognitiva de un asunto (licenciatura. Especialidad etc.) Se puede trabajar bien en ingenios aeroespaciales y estar imposibilitado para afeitarse con un buen marcado de patillas, amarrarse correctamente los zapatos; en fin, para casi todo lo demás que no sean cohetes y que son una cantidad tremenda de cosas que son y están también en la vida. Los conocimientos cuando se llevan al libro quedan perfectamente deslindados en el lenguaje, pero hay nexos de ínter actuación y de deslinde para los que no hay lenguaje..., siempre hay puntos para los que no existe camino formal de llegada. Por ello, los extractos mas valiosos están en la parte de conocimiento inédito, inaudito que sin embargo se comprueban en el hacer, en la obra y realizaciones mecánicas, cuando se extrovierte se comprueban en una realidad pero no se sabe como ella se produjo (ni lo sabe el mismo que la produjo) de saberse se enriquecería el libro incorporándole esos detalles que van siempre en el sentido de salida de la incógnita. De lo que se deduce (piénselo bien si ve aquí un silogismo falso) que, el dicho ese: “Todo está en los libros”, eso, es mentira. No son lo mismo conocimientos almacenados en el lenguaje: los libros, que conocimientos almacenados en el conocimiento totalmente imposibilitados para ser transferidos. Esto les ocurre a los analfabetos, pero no están exentos los filósofos y los lingüistas. Por las mismas sendas no obstante, en casos excepcionales se puede llegar a la teorización de lo inverosímil; pero no deja de ser pura retórica filosófica y a la sazón teológica. 
El conocimiento tiene categorías, de ahí se deriva el gran atraso humano; por el desprecio total de los pequeños ancestrales saberes sin los que sería imposible subsistiera la menos sofisticada particularidad; muy encorsetada y en burbuja, lejos de lo cotidiano, ignorante de lo cotidiano, como así mismo lo cotidiano le ignora. Tanto como se ignoran en lo de todo los días las múltiples formas de conocimiento. Escuchar con empeño vivo de aprender, es el camino virgen que queda para unificar. A la espera esta lo humano del destierro de la trampulina y la venida de la seriedad de hecho, y no de palabra. ¿Se logrará de aquí a tres mil años? Pudiera ser que todavía en esos entonces ¡no!
El pensamiento genuino en sus clausuras y resplandores enfollona a la comprensión del conocimiento por su patente inferioridad; que por gran parte de pensamiento “especial” que le haya sido trasvasado en el reparto primitivo, primario, primero, al ser tan inconmensurable, tan grande la labor que le corresponde al conocimiento, muchas veces se ve impotente para brincar por encima de los asuntos, que solo eso deberían ser, y que los conocemos en el exterior como problemas. Aquí no podemos ocuparnos de una dialéctica de intereses propiamente dicha, una vez que le hemos concedido un pensamiento al propio conocimiento, para avituallándole, poder independizar al pensamiento genuino o como mínimo establecer unos lazos simples de hermanamiento, enteramente biológicos, en el sentido de que el pensamiento genuino esta junto a los conocimientos que se van adquiriendo durante los primeros períodos de la vida y que una vez emancipados, los dos hermanos, puede uno realizar su vida en Canadá y el otro en Mongolia. Se escribirán esporádicamente, se llamarán alguna vez por el teléfono, se encontrarán por navidades cada cuatro años, no perderán nunca los contactos muy esporádicos, pero, que en resumidas cuentas esto es lo que pasa al pensamiento genuino y al del conocimiento: nunca se desvincularán, siempre serán hermanos pero, cada uno hace su vida. Y como dos buenos hermanos jamás sentirán celos y envidias uno del otro. Aquí se podría ejemplificar con la canción de Alberto Cortés esa que dice: pobrecito mi patrón piensa que el pobre soy yo. En este caso el patrón es el conocimiento, la sabiduría, la mayor parte de ella llena de fechas, imágenes, planos, de datos, de medidas, ecuaciones, ingenios, mecánicas, cojinetes; que miran al pensamiento genuino en sus complejas dotes cerebrales para la intuición, el instinto, para no debeladoras complicaciones, que no significa en absoluto ocultamientos, al ser esto, asuntos que suben a niveles de conciencia aún indeterminada; que no es bajo ningún punto de vista inconsciencia. Se podría discutir mucho el no hacer participativa esta conciencia al conocimiento y sus secuaces; pero al ser emergida esta conciencia de los propios mecanismos de la introspección, previamente confiada esa conciencia, a esas introspecciones y mecanismos, para que sea reciclada y depurada: cuando estos “adobos” están óptimos para “freír”, constituyen una develación del pensamiento genuino al conocimiento y sus aliados, cuando de tarde en tarde atraviesa las ya dichas alambradas, porque su pro-pio instinto le indica que debe participar lo menos posible al conocimiento, que está solo y siempre al servicio de la traicionera y más corriente voluntad, porque la esencia del estado ahí y del sentido que revela muestra, hace tangible, la facticidad no menor del pensamiento genuino; que también es pura física cerebral; pura consecuencia cerebral; deviniente de pura materia cerebral; pura fenomenología cerebral; muy reacia, sin embargo, a abrirse al ser en conjunto, pero, es, de eso no quepa la menor duda. En estos aspectos no resulta difícil asegurar que el “deslinde genuino” no representa una fuente de esterilidad ni de fecundidad, ni de nada por el estilo; porque si acaso tiene que ver es con idealizaciones que solo trascienden en el en sí y hacia sí mismo sin salirse de “ese coto” de su sí mismo. Otra cosa son las ideologías que tienen ”su terreno” en los dominios del fenómeno conocimiento-pensamiento y loco racionalismo. Los matices son los que a veces hunden y a veces reflotan posturas. 

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