“¡LA INJUSTICIA PERSONAL Y SOCIAL, Y LA CARIDAD!”

Por Luis C. García Correa
El corazón humano es capaz de crear la injusticia personal, social y hasta mundial, y desarrollarla, pudiendo hacer un gran daño.
No sé el número de siglos que llevamos viviendo juntos, y cada vez nos hemos ido separando más, cuando nunca antes hemos tenido tantos medios de comunicación inmediata y efectiva y en libertad.
“¡La globalización ha llegado, todos sabemos cómo ha sido, pero no la usamos para unirnos!”
Hay odio, rencor, muertes con guerras y por fanatismo, por acciones dictatoriales, terrorismo, crímenes pasionales… Tanta destrucción va camino de la autodestrucción universal. Tanto fanatismo acumulado y desarrollado con enorme agresividad tratando de ofender, por ojos que no quieren ver y corazones que no quieren amar.
La falta de justicia entre los seres humanos es gravísima, una de ellas es la acumulación de riqueza en pocas manos. Los bienes de la cultura encerrados en cenáculos. El poder económico que tiene su fin en el dinero y el poder, y todos usan el poder para someter, subyugar y obligar a ser esclavos.
Hay hambre de pan y por ella mueren niños inocentes. Hay hambre de justicia y por ella mueren personas que debían haber vivido.
El hambre de sabiduría se está reduciendo a la manipulación y a saber usar la técnica. Ejemplos son el móvil y el ordenador, convirtiendo al ser humano en un auténtico esclavo diurno y nocturno, todo el día.
“¡La honesta participación personal, y no virtual, va siendo cada vez menor. Y va en aumento la solamente virtual!”.
El justo, que va dejando amor, alegría y honestidad, y no transige con la injusticia, se ha convertido en rara avis.
Siempre hay injusticias que podemos remediar, como juicios precipitados a personas; abandonos innecesarios de familiares en centros de mayores; compañeros a quienes se la hacen para tratar de ascender; y así lo que todos sabemos de sobra, desafortunadamente.
Hay que restablecer el amor, la honestidad, y la verdad en la justicia y convertir el comportamiento en honesto, fiel y leal.
“¡Entre más justos seamos más comprometidos estaremos con la verdadera justicia y el bien de los demás, y nuestro bien será en gran cantidad!”
¿Qué hacemos como justos o como injustos?
Hay que fomentar y desarrollar el amor al vecino, sea cercano o lejano.
La ayuda debe ser lo normal, para sentirnos seres humanos normales.
Tenemos que luchar por hacer la sociedad más justa, honesta, participativa,  feliz y libre.
¿Qué espíritu de justicia tenemos para enriquecer la humildad y la caridad, como el amor a los demás?
Tenemos que tratar de ser vecinos, amigos y familiares de todo el que está necesitado de justicia, teniendo un amor desbordado hacia los demás.
Es absolutamente necesario cumplir con las exigencias de la justicia para que tengamos la caridad y bondad que necesitamos para un mundo mejor por ayudar a los demás.
Hasta que no demos la ayuda debida en justicia, la caridad será un mero escaparate, y nos estaremos engañando totalmente. La caridad exige la justicia primero, a cada uno lo suyo, y luego con amor va más allá de lo debido en justicia.
Los creyentes creemos que para hacer la verdadera y necesaria justicia a un vecino, amigo, familiar… nos ayuda saber y reconocer que Padre Dios está en ella o en él, en toda la humanidad.
Y para los no creyentes  supongo que tienen que reconocer que somos seres humanos únicos e irrepetibles y de valor inconmensurable.
“¡Para que haya verdadera justicia, y desparezca la injusticia, la justicia tiene que estar informada por la caridad, de lo contrario quedaría reducida a un mero acto protocolario!”
Y para que no haya la injusticia personal y social tenemos que vivir la honesta participación, amar, repartir felicidad y libertad, y todo con caridad.
“¡La caridad redime lo mal hecho y remedia lo que se hace a medias!”

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