Gofios en atajos intergalácticos.

Por Antonio Domínguez Herrera
Al no poder hablar de Hidalgo y Morales hasta el punto incisivo y distintivo que merecen y  por sus locuras medioambientales; como multadores de toda iniciativa …bailemos el pin pon; mas bien el pin pan … bueno, hablemos del  BIG BANG. 
Los subordinados por  costumbre de obedecer sin rechistar; por lo que siempre ha sido moda: aceptar al adinerado por instinto de conservación (por si acaso). Por corresponder a las pequeñas dádivas que el capital da a cambio de subírsele a los lomos para que le porteen por la mas empinadas cuestas. Por razones iguales el hombre acepta a los poderes. No le queda otra que prevalecer tranquilo entre policías, jueces, militares, gobernantes; que como tales de políticos no tienen nada; que cuando pasan a gobernar, los políticos, ya son tan peligrosos en sus renuncios, como el mas peligroso de los peligros. Tan solo queda para usar como Punching Ball el poder religioso. Normalmente en sociedades libres y tolerantes, el caso a las religiones es ninguno. A sus directores espirituales les pasa lo que a los profesores de gimnasia; cuando un niño de todo dieces, no pega el salto, o no tira el brinco; lo suspendería de facto si no fuera por la dirección del colegio que se lo prohíbe; y lo aprueba después de raspado (nunca mejor dicho).  Los profesores de esa María, por la que han tenido a niños en urgencia, y los charlistas ocasionales o semanales, se suben por las paredes en protesta exigente demandando respeto y genuflexión a esa tan aparente asignatura; por la buena venta que tienen los cuerpos diez y todos los deportes, que, dicen que eso es salud: primera mentira oficial, envuelta en la rueda de mentiras que trae el asunto. ¡¡¡Ave María por Dios!!!
Los charlistas, su huida personal del diablo la quieren hacer colectiva, sin mirar que generan la mas tremenda estampida. Ya sabemos lo que son las estampidas idealizadas. Ellas sí aplastan los cocodrilos del rio Mara; cosa que no logran millones de  ñúes y cebras. Nadie debe subirse por las paredes porque la gente no quiera escucharles. En prevención de majaderías digo: “Provéase de salud” el profesor y deje a los niños sin luxaciones, contusiones, moratones; ni rozaduras, fracturas y fisuras; y al captado decirle ¡¡Sálvese usted caramba!! La gravedad de los dos asuntos, es que en el primero obliga el sistema, y en el segundo, el sistema, induce al tema; todo ello sin marcar un ¡!Hasta aquí!!.
No se puede ni debe abrazar aptitud para perjudicar reventando a toda acción sicológica solo porque está en la otra orilla contraria. Si no te callas. Si no eres prudente. Si te comparas con quien no tiene vergüenza ninguna en el tema; en el toma y da acá improperios; si no tienes en cuenta que no se le puede salir al paso al billón de “aves migratorias”; si no temes entrar en polémicas con quien te las va a ganar (¡seguro!), porque no tiene nada que perder, ¡¡estarás absolutamente perdido!!
Cuando nuestra manera de “polviar” gofio se hace a la manera de navegar sobre el mas profundo océano, envuelto además en espesa niebla-bruma y humectada al cien por cien, se le puede pedir a la lámpara de Aladino ser sacado de ahí durante un tiempo ¡hasta ahí todo bien. Si se quiere volver a lo mismo, ya será muy diferente; porque la profundidad, la bruma y la humedad serán enemigos de quien las ha abandonado y burlado, valiéndose de lámpara maravillosa. Ya no indultarán ni tolerarán a los gofios que propinan cogotazos tras orejas.
Sin respetar estatus, magnanimidades, ¡ni santidades!. Solo serían tratados (por esa metafórica mar descrita y seguramente salada), con arreglo a sus huidas y apariciones en los tiempos fríos, humectados y oscuros. Repeliendo a esos seres que golpean y se retiran; como algo incierto, fuera de nosotros, que no se acercan a hacer bien, sino a manipularnos y confundirnos en pos de la salvación de ellos aquí; a costa de la nuestra allá; cobrándonos por llevarnos al cielo. Gentes sectarias, que de eso, saben menos que tú; o, como máximo, no saben mas que tú; que como mínimo no han ocupado el mas allá por vacaciones. Un hombre con normal intelecto, sabe del asunto igual que el mas laureado y reconocido en el tema: ¡¡¡NADA!!! 

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