"El Móvil"

Por Luis C. García Correa
El móvil llegó y todo lo arrasó.
¿Qué ha arrasado? ¿Qué ha pasado? La mente, las costumbres, los hábitos, las necesidades, la relación personal, el beso y el abrazo, y para qué seguir diciendo sobre la esclavitud real, no virtual, en la que hemos caído. O no se quiere salir o no se sabe cómo salir por ser un esclavo adicto al móvil, que más que móvil es estático.
La esclavitud -en esta época en que la humanidad ha tenido las mayores posibilidades de ser libres como nunca antes- está siendo de una actividad y sometimiento como nunca antes por el móvil y su desmedido, incontrolado y abusivo uso junto con el ordenador.
La diferencia con el ordenador es que es un poco más grande y aún no se puede ir con él por la calle enviando y recibiendo mensajes, o lo que sea.
Gracias que no hay huecos en las aceras porque habría incontables accidentes de caídas por caminar sin mirar para el suelo sino solo a la pantalla y teclado del móvil.
La etimología del móvil ha sido perfecta: cuerpo en movimiento, inestable, inseguro.
Hay una mayoría aplastante de personas a las que el móvil las inmoviliza, que las arrastra, que las domina, que son auténticos esclavos, y esto es de tal magnitud que se está perdiendo el mirarse a los ojos, el hablarse cara a cara.
Hay la aberración y mala educación de estar en una reunión y estar comunicándose con el móvil con otro de la propia reunión, despreciando al resto de los reunidos de una forma vil, vergonzosa y denigrante.
El móvil, un elemento de una enorme utilidad y servicio, ha sometido y se ha apoderado de los maleducados.
Anatema a quienes son esclavos del móvil y han perdido la educación y la maravilla de la comunicación y de la independencia y libertad personal.
El móvil ha llegado y el mal se ha enseñoreado ¿de quién? Y ¿por quién? Y ¿a quién?
Por favor, le ruego me lo diga. ¿Estoy equivocado?

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