La verdadera Navidad

Por: Esteban Gabriel Santana Cabrera
Hace alrededor de dos mil años, cuentan las Santas Escrituras, que  estando en Belén una pareja, José y María, a ella le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían  sitio en la posada. ¡Quién les iba a decir a ellos, que no tenían ni donde cobijarse, que aquel acontecimiento iba a tener una relevancia tal como la que ha tenido y tiene hoy día en todo el mundo! Al margen de creencias religiosas, lo que hay que tener claro es que  algo tendría aquella familia y ese niño llamado Jesús, para levantar tal revuelo entre los habitantes de este planeta. Porque no hay  personaje público que haya tenido tanta relevancia social como la de Jesús. ¿O ustedes conocen a alguno que después de dos  mil años tenga millones de seguidores y celebren su nacimiento y lloren su muerte? ¿Pero a Jesús le hubiera gustado que su nacimiento se convirtiera en lo que es hoy en día? A buen seguro que no. Hemos convertido estas fiestas entrañables y familiares en las fiestas de las compras, los agobios y los centros comerciales, olvidándonos de la esencia, compartir, solidaridad, amistad,... Muchas familias como la de Nazaret vagan hoy en día por nuestro mundo  sin un techo que cobijarse y el mundo mira para otro lado. El informe anual de ACNUR Tendencias Globales, que analiza el desplazamiento forzado en todo el mundo basándose en datos de gobiernos, agencias socias, y en los datos del propio ACNUR, aporta unos datos  escalofriantes 65,3 millones de personas se encontraban desplazadas a finales de 2015, en comparación con los 59,5 millones de tan sólo 12 meses antes. Este mismo informe Tendencias Globales remarcó que en el 2015, unas 24 personas por minuto, se vieron obligadas a huir de sus hogares y buscar protección en otro lugar, ya sea dentro de las fronteras de su país o en otros países. Unos 12,4 millones  de personas se convirtieron en nuevos desplazados por los conflictos o a la persecución en 2015.  Además, ACNUR  calcula que al menos 10 millones de personas eran apátridas a finales de 2015. Sin embargo, los datos recabados por los gobiernos y comunicados a ACNUR se limitaban a 3,7 millones de apátridas en 78 países. Y estos datos no los aporta cualquiera sino nada más  y nada menos que la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
Muchas familias como las de José y de María siguen buscando techo para cobijarse a pesar de haber pasado más de dos mil años mientras otra parte del planeta solo anda preocupada de las compras, la cena de Navidad y los regalos de Reyes. ¿Pero qué estamos  celebrando? ¿No deberíamos pararnos a reflexionar sobre este hecho? Estas fechas son el momento más adecuado para hacer un hueco en nuestras vidas a aquellos que más lo necesitan, para ser voluntarios de las cientos de actividades solidarias que se celebran para que nadie se sienta abandonado y solo o para colaborar con nuestro granito de arena para que las cientos de ONGs que trabajan en el mundo puedan seguir haciendo su labor humanitaria. Esos que nos anuncian que otro mundo es posible y que trabajan por los más necesitados desde las ONGs para que la Navidad siga teniendo el sentido real y literal, y no el que marca el poderoso caballero don dinero. 
En aquella región de Belén había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño, de pronto un ángel se les presentó y la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor. Ojalá que esta Navidad nos podamos quitar la venda y ver más allá, pensar en los demás, en los más necesitados y brille la estrella de la esperanza de la Navidad en nuestros corazones.¡Feliz Navidad!

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