La pobreza

Por Luis C. García Correa
Todas las manifestaciones que avisan, advierten y hasta exigen una solución para la pobreza son realmente encomiabas, en especial, en los lugares o en los tiempos en los que la pobreza es severa.
¡El bien no justifica los medios! Hay quien insulta por defender algo bueno. Pone ejemplos reales y verdaderos – que pueden ser acordes o no al tema tratado - y, a continuación, insulta, falta a la fama. Este comportamiento, lógicamente, es consecuencia de una mezcla curiosa: mala educación y buena voluntad.
El insulto jamás tiene valor: nunca es fundamento de nada y nunca es defensa de un argumento, por muy buena voluntad que se tenga.
Las personas que reclamamos, manifestamos y exigimos una solución – que la hay – a la pobreza, ¿participamos educadamente y con nuestros medios - con un tanto por ciento de nuestros ingresos, por ejemplo - para paliar la pobreza?
Pues puede darse el caso de quien se indigna con la pobreza y echa la culpa a los demás, ¡pero no aporta nada!, ¡solo sus quejas!
Quien manifiesta, reclama y no participa educadamente y con sus ingresos, no tiene la menor autoridad para exigir nada.
Hablar y decir es muy fácil y queda uno muy bien.
¡La queja es una evasión, no una solución!
Hacer, hacer y volver hacer es la única solución.
Aportar, aportar y aportar es la única solución.
Participar honestamente es la única solución.
La pobreza no se elimina solo con la queja.

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