La Gloria Terrenal

Por Luis C. García Correa y Gómez
Todos, sin excepción, hemos nacido para vivir y gozar de la gloria terrenal.
La gloria es la consecuencia del amor que vivimos y que repartimos.
La máxima gloria se obtiene, se vive y se goza con la santidad.
La gloria en la tierra debe de ser lo normal.
La gloria terrenal es amar a los demás, compartiendo la felicidad en la libertad.

“LA GLORIA TERRENAL”.
Todos, sin excepción, hemos nacido para vivir y gozar de la gloria terrenal.
Somos herederos de la felicidad, que se consigue y desarrolla con nuestra honesta voluntad.
La gloria no llega espontáneamente o por casualidad.
La gloria es la consecuencia del amor que vivimos y que repartimos.
La gloria siempre nos espera, con ansiedad: solo tenemos que vivir y compartir el amor.
La gloria no es singular, es plural, porque compartir es plural, y no hay gloria si no compartimos el amor.
La máxima gloria se obtiene, se vive y se goza con la santidad.
Ser santo, repito, no es ser heroico, es amar con honestidad.
La gloria terrenal la alcanzamos y tenemos porque luchamos sin cesar.
No es justo que haya personas que no gozan la gloria por nuestra dejación en la falta de amor a los demás.
La vida es maravillosa. Perderla o amargarla por nuestra despreocupación es un pecado de lesa humanidad.
La gloria en la tierra debe de ser lo normal.
Contribuyamos a gozarla y a compartirla. Viviremos en el mundo mejor para el que hemos nacido y del que tenemos, y todos tienen, derecho a gozar.
La gloria terrenal es amar a los demás, compartiendo la felicidad en la libertad.

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