Dando lecciones

Por Luis C. García Correa
Me han hecho ver que, con cierta frecuencia, me expreso dando lecciones.

Esto me ha hecho reflexionar, porque el ego es muy poderoso.


Me duele si alguna vez me he expresado dogmáticamente o sin humildad, dando a entender que estoy en la absoluta posesión de la verdad y todos los demás equivocados.

Digo y repito que, después de Padre Dios, creo que, en segundo lugar, se encuentra la libertad y luego la honesta participación. Al parecer he contradicho mis propias creencias. Pido disculpas y prometo tratar de tener la misma humildad que pido a los demás.


Les ruego, encarecidamente, que me corrijan. Me harán un enorme favor, por el que les estaré profundamente agradecido.


¿Cuánto habré dicho que no ha servido por haber faltado a la humildad?


Trataré, y ruego así sea, que la humildad presida lo que digo y lo que hago.


Necesito, más que nunca, la ayuda de los demás. Por favor, háganme ver los errores que cometo, para poder hacer aquello por lo que vivo: tratar de ayudar.


Pido disculpas con sinceridad y con humildad.

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