Vivir para ayudar

Por Luis C. García Correa
Los valores son una necesidad imprescindible para la vida personal, para la sociedad, y para el mundo entero.
Un gran valor, que requiere enorme responsabilidad y actividad, es el de aquellas personas que dedican su vida a ayudar a los demás.
Hay sacerdotes y seglares, religiosos y laicos –mujeres y hombres– que dedican tiempo de sus vidas para ayudar a los demás.
La santidad necesita esa entrega. Se hace en esas personas que dedican su vida a los demás.
Dedicar tiempo a los demás no se aprende de mayor, se aprende de niño,  se copia de los mayores y se practica por propia voluntad, convicción  y responsabilidad.
La sociedad debe distinguir y agradecer a toda persona que dedica su  vida a los demás.
“Es de bien nacidos ser agradecidos”.
El individualismo, el pasotismo y toda manifestación egoísta, son lacras sociales que retrasan el progreso y la felicidad de los pueblos. Son la tara de la sociedad, generadores, por activa o pasiva, de la maldad.
¿Cómo llegar a esos retrógrados de la sociedad? El daño que hacen es brutal.
¡Pues a vueltas con la mayoría! Sin una mayoría social honesta y participativa, que viva y trabaje por los demás, no hay posibilidad de lograr el necesario bienestar y la libertad.
Vivir para los demás y ayudar es el camino de la santidad, enriquece la vida y da la felicidad y la libertad, para que exista un mundo mejor.
Vivir para ayudar es una necesidad.
Sin esa necesidad no hay felicidad.
Roguemos y agradezcamos a tantos buenos que viven para ayudar.
Vivir y participar para ayudar es una necesidad.
Sin esa participación y necesidad no hay felicidad.
Roguemos y agradezcamos a tantos buenos que participan y viven para ayudar.

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