La honesta participación, la corrupción y la educación

Por Luis C. García Correa
La honesta participación es tan necesaria e importante que sin ella no hay solución.
No hay solución para nada. No existe solución a todo lo que usted quiera plantear que no implique la honesta participación.
El nacimiento, la vida y la muerte son hechos de la participación de los padres, la nuestra y la de Padre Dios.
Ser honesto y participativo es la base del bien en todos los actos de la vida y hasta de la muerte.
Sin la honesta participación no hay solución.
Participar honestamente es ser, vivir y hacer todo con honestidad en todo momento.
No hay felicidad y menos libertad sin la honesta participación.
La corrupción es la ausencia de la honesta participación.
El cáncer personal y social más destructor en la vida es la corrupción.
No hay nada que se le resista: la corrupción es la destrucción masiva y total de la vida personal y social.
Corrupción es vivir sin valores éticos, morales o religiosos.
La corrupción es una consecuencia de la mala educación o de la falta de ella.
El corrupto es deshonesto y maleducado.
La educación es el cimiento de todo bien personal y social.
La educación la dan los padres, y puede ser ampliada en colegios y universidades. Pero jamás la dan los colegios o universidades.
La normal es caer en la corrupción por la falta de educación.
La corrupta, el corrupto falta a la honestidad, abusa de la libertad y peca contra sí mismo y contra la sociedad.
Sin la honesta participación no hay progreso, ni felicidad, ni libertad.
La honesta participación de la mayoría, como consecuencia de la buena educación, es la forma de hacer desaparecer la arrolladora destrucción de la corrupción, y es ser, tener y vivir la plena felicidad y la plena libertad.
La honesta participación y la educación son los hechos que se hacen y se viven cuando hay valores éticos, morales o religiosos. Cuando faltan, se llega a la corrupción.
Sin valores no hay educación, no hay la honesta participación. Sin valores hay corrupción.
Para la plena felicidad y la plena libertad es necesario que exista una mayoría honesta y participativa, que con valores adquiridos por medios de la educación, hagan desaparecer la corrupción.

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