Hasta los troles

Por Antonio Domínguez
Somos troles, estoy de acuerdo, incluso con lo de malignos. Hoy todos tenemos sitio para hablar; aun sin “educación” universitaria para parlanchinear con la pluma o para contar verdades con la sin hueso (hemos dicho contar que viene de cuento).
Los correveidile formados para tan enjundioso trabajo no quieren saber de polémicas. Igual que políticos inferiores y hasta superiores, tiran la piedra y esconden la mano. Debe ser también por falta de costumbre y deformación de cuarenta años sin que nadie pudiera rechistar a la prensa oficial, el no saber mantener polémicas, con el miedo que eso da y que yo no se lo tengo “a funcionarios del régimen”… quiero decir “a periodistas” que escribieron para franco…”franquistas recauchutados”. Sé que está chupada la polémica con personas en total desventaja ahora.
Había de dirigirme a dos talentos desparramados pero por premura de espacio me los iré comiendo uno a uno.
Estoy de acuerdo -de nuevo- en que seamos monstruos malignos que habitan en intersticios, bosques, grutas y rajas (las rajas me gustan y que Dios me lo perdone). ¡Que no somos ancianitos menesterosos ha quedado claro porque no se ha dicho!
La fascinación que alcanzan internet y su mundo no se debe al carisma de la tecnología, ni a la fascinación por el retorno a la naturaleza; sino a que el mundo está lleno de talentos, hasta ahora silenciados; que escriben como no ha escrito nadie en papel corriente, junto al que se puede encontrar en solares yuxtapuestas deposiciones y en bolsillos de limpiadores de cristales para sacar brillo. Quitando la parte de deportes, que hasta honrada puede ser en comparanza, lo demás solo da para limpiarse y limpiar. Es extraordinario también para ponerlo en pecho de ciclista en bajada a tumba abierta.
Sabemos que “los arbitristas” de internet publicamos íntegro; sin la censura del jefe para blanquear y edulcorar, que a veces posterga la mitad del texto que hay que reescribir. Internet es hoy un país selvático, de acuerdo otra vez, pero, en el que estamos todos. Recomiendo prudencia, para cuando te bajes de las rotativas (esto es que te echen o te degraden) en las copas de los árboles, gestionadas por macacos, no hayan risitas cuando vayas a consultas o despachos y se burlen de ti, en juegos de canicas y demás, los otros viejos.- esas criaturas monstruosas; los pequeños demonios provocadores, agresivos y apestosos. Desvinculas de la metafísica selva al gamberro de siempre; porque sabes que este es asunto (en sus horas libres) de gente muy de orden. Nos salvas de ser gamberros, gracias.
Dices bien, que la aparición de un trol es impredecible; pues, te presento el mío para tu regocijo. En esta segunda naturaleza virtual en la que podemos estar todos, la cosa está jodida; hay que aprender a hacer amigos (no seguir mi ejemplo). Sin marcar ninguna distancia; que es como más rápidamente se muestra el lado bueno ¡o malo!: como ocurre con las buenas hierbas de “afectuoso” olor embriagador de los buenos yuyos: castidad, inocencia, virginidad y pudor.
Palabras con las que estoy de acuerdo: demonio, provocador, agresivo y las que sean verdad. No estoy de acuerdo con apestoso. Si te refieres a mí eres un auténtico mentiroso. No puedes saber como huelo porque jamás has estado a mi lado (a mí me dicen que no huelo mal. Sé que es para adularme). Si no te refieres a mí, no te pido disculpas porque te has despachado, en la brevedad, del comercio entero, con todos mis no enemigos del mundo, que como yo opinan con frecuencia corta, no digo de ondas. Hay una mujer que escribe en periódico… patina, se agarra. Pues bien Ella me dijo que había que respetar, pero, con un saber estar exquisito. Se lo dejé pasar por su elegancia compositiva.

A lo del majo y limpio de sopetón aseverando, hay que dedicarle folios. Las aseveraciones sin matizaciones, eso, era antes. Ni en diez veces breve se puede decir a nadie ¡¡usted la tiene chica!! No. ¡Qué forma es esa de faltar sin habérsela visto! 

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