Ando suelto: ser tolete no es delito.

Por Antonio Domínguez

Por diferenciarme del periodista correveidile, en tanto que cobra por obedecer; que siempre se enfrasca en el cuentista; subido a la chepa y a cuenta de cuentos sobre lo de los demás, jamás el más mínimo detalle de sí mismo; es por lo que voy a comenzar mi entretenimiento semanal como empieza abajo.

 Puede perfectamente ser que usted conozca mejor que yo  lo que me mueve a razonar de determinada forma (por no decir estoy seguro). Lo que si sé es que todo cuanto yo pueda decirle a usted está tipificado en aquella vivencia pertinente, en la que usted tanto confía, correspondiente a su disciplina o saber. Es por lo que creo estar seguro, que mi entendible deseo humano de quedar bien, de impresionar favorablemente, de ganarme un puesto etc. tiene que quedar totalmente sacrificado al que tiene que ser mi norte; mi interés capital es que usted me conozca y que me tipifique perfectamente (no quiero quedar demasiado mermado a sus ojos, respetado lector).

 Ahora yo me encuentro bien, pero es impredecible pensar como me pueda sentir a muy corto plazo, ¿estaré en San Lázaro? ¡Me gusta el campo! Pero no la tranquilidad, encantamiento y soledad del campo santo. Es de vital importancia para mí que ustedes  (los que me leen) sepan por donde atajo, para que puedan afrontar las eventualidades que se les han presentado en el profundo cambio que ha dado mi persona; desde la perpetua genuflexión pusilánime y mansurrona del maestro barbero; hasta “la irrespetuosidad libertaria”  que ya ahora uso igual que todos, con mucha personalidad (es lo que creen, y yo ahora también).

No les niego, (ustedes me han de perdonar preocuparles) que esta cambitina en mí comunicación de la noche a la mañana (y tan brutal) me preocupa. La siento. No me pasa desapercibida. Me encuentro como si de momento a otro se me echara a volar la casa conmigo dentro; aunque a nivel de sensaciones muy vagas, momentáneas y de muy mínima o ninguna violencia.                                           



                Hable o escriba (eso ya lo saben) siempre seré un agnóstico en total lobreguez; donde ya ni alumbra la teología, lamentablemente; y no se trata de rezos o adoraciones a espíritus, o no: no creo en absolutamente nada; eso implica incluso ”lo que veo” (no confundir moral con ética, ante la que me inclino siervo, de a lo único que le tengo respeto en este mundo). Dos eran las grandes escuelas que contaban con más adeptos entre los espíritus cultivados de una época en Roma: El estoicismo y el epicureísmo, que representan, el primero, la moral de la austeridad y el segundo la moral del placer.

               En cuanto a lo primero, el estoicismo nunca es moral; es necesario cuando no se tiene donde caer muerto y ni señas de un mendrugo. Lo imponen las circunstancias... Cuando es voluntario es cosa de locos, delito de la cultura que les prohijó y de la cuna que les meció; esto no exime a la corrompida, vomitiva, repelente, nauseabunda y hasta viciosa moral constituida,-amañada como un interés o invento-, de su responsabilidad máxima tanto en uno como en otro aspecto; como todo lo que se sale de la visión real. ¡No me negarán que todo esto y lo demás es moral, porque en la gente mora (no se avance tampoco a pensar que yo soy de los que confunden moral con morada o árbol frutal)! Respeto absolutamente todo lo que sea delito. Desprecio todo lo que sea pecado ¡si no es delito!; lo diga quien lo diga, vista como vista, se crea quien se crea, coma lo que coma, viva en Rusia o su antípoda; me da tan igual que es una juerga. Soy libre de respetar y tener en consideración solo a los hombres que han pasado el filtro de mi aceptación (y todos ellos vivieron o viven en Tamaraceite (no he conocido a fondo a otros); no siendo los grandes escritores). Piénselo y verá que hago lo mismo que usted, ni más, ni menos (a este respecto, aclaro).

                En cuanto a lo segundo, la moral del placer, se desmonta por sí sola. Un placer no puede ser moral (está prohibido) y una moral no puede ser un placer porque va contra la vida, el cuerpo, la salud  física y de la otra, y una montaña de cosas. Conculca la libertad no en el sentido negativo conceptual que esta palabra tiene filosóficamente hablando. Necesitaría la falta de todo obstáculo como manifestación de fuerza; aunque Schopenhauer diga que “la libertad está libre de toda causa necesitante” yo digo: cuando lo está.

               Obstáculos y fuerzas sobran, lo que falta y mucho, son impedimentos para que no se produzcan esos fenómenos que responden a una noción positiva y negativizan la libertad por lo mismo (la causalidad va sin frenos), eso hace necesario que la libertad solo sea una bella sirena que un hombre conoció de vista (Ulises) y que las mujeres –ni una sola- desgraciada y lamentablemente ni de vista siquiera. Lo que va desde la palabra conculca, hasta la voz, siquiera, no se esfuerce en comprender, no hace falta para asimilar el resto. Véase como complemento para curas y periodistas de la provincia.

Parece que no, pero llevo mucho tiempo rompiendo y volviendo a escribir este divertimento. Cambiando palabras para alejarle de la impiedad ¡¡tú no sabes lo que he luchado!! ¡Y cansa! Quizás me plantee guardar el tintero; pero ¡claro! Me fastidia tanto echar en el olvido para siempre, así como si nada, “mi pluma”. Solo me interesa el concepto; no me interesan farolas de alumbrado ni adoquines de las aceras; no caigo en pedir más limpieza a los que están veinticuatro horas limpiando y yo que no tengo bastante con ensuciar ni me agacho a colaborar recogiendo un papel que otro tira, en fin a mí de estas cosas no me gusta hablar. Lo mismo me da dar un brinco en la acera para esquivar que cuatro porque sé que no es cuestión de perros; es cuestión de “deportistas, carnavaleros y lectores de periódicos”, y eso no tiene arreglo ninguno. Amo el aire y la gente de mi pueblo querido, por eso me expongo a impopularidad diciendo en contra del callo más arraigado para el que no hay callista. Yo hablo para liberalizar a las personas del miedo al ridículo diablo y al pecado y por el contrario respeten exquisitamente la ley humana que protege a todos: hoy a mí y mañana a ti. Date cuenta que con el cuento de la muerte y con lo que “te va a pasar tras ella” te tienen desalado. Has de despertar y vivir tranquilo; nada de fútbol; no creer absolutamente en nada; llevar una vida ejemplar (ello no significa dar limosna) al punto de no tener enemigos ni miedo a nadie; respeta mucho a los perturbados con los pies en el aire esperando el día que les llamen “a su casa”. Ya entonces abrirá su “el llavín” se les metamorfoseará el cuerpo que utilizará su masa-energía y llegará su alma pura al país del cielo y allí viajará por su cuenta hasta la latitud donde está Dios. Ahí es Él un titánico imán en inmenso espacio.


Nos seas un muerto en vida “que estando vivo está muerto y cree que vive todavía. Te recuerdo: todo es válido si no se hace daño a nada ni a nadie. Nada de intentar traer a la vida a personas depauperadas, exprimidas y presas de ideas elevadas al aire, porque aparte de que no se logra nada, se les hace mucho daño y la felicidad no es a cambio de la de nadie ¡¡Cada uno se come la suya!!. Un hombre que utiliza a Dios y el diablo para subyugar y desalar a otro, es un infeliz, porque de tanto decirlo termina creyéndoselo; así se convierte él en el primer desgraciado por ese guineo maraquilla devana sesos y juicios. Insisto, no hagas daño pero no permitas que te lo hagan a ti con la palabra. Si eres becerril, manso y totorota, tápate los oídos porque si te coge este te dice una misa detrás de otra (te advierto que todas son iguales); actos, congregaciones y demás ¡absorberán tu tiempo! Y si te coge el otro tendrás que estar quieto con las manos al aire un montón de veces al día. Y si es el otro tendrás que dar la cara al sol cada día para darle gracias, pero, te joderás la vista. En cualquier caso cumplir con una idea elevada al aire es antihumano; por el miedo que se pasa en la torticera decadencia en la que te sumen; por la majadería especializada; y al no poder ser; en ese “vivir sin vivir en ti” verdaderamente; sino en otros “para otro”. Si los cuatrillones de jornadas que la humanidad ha perdido en el postrado, rendido, desfallecido gesto de prono ignaro supino desde la tribu, las hubiese dedicado al trabajo, los indígenas del mundo, hoy,  vivirían regalones; tanto como los que importan para Canarias (enterrados en dinero) las papas, carne, tomates, maíz, etc.… que hasta agua para beber están trayendo por esas mares acá… 

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