Atrapados por el asfaltado en Ciudad del Campo

                                                                  Fotografía: C7

C7. Su calle no va a ser asfaltada pero sí la paralela. Así, aunque seguirán con baches, los vecinos de Monseñor José Rodríguez Rodríguez sufrieron los inconvenientes de la obra. Pero lo peor fue que, según ellos, nadie los avisó de que durante un día no podrían salir en coche. Quedaron reos del asfalto. 

El miércoles por la tarde, Claudia llegó con la compra en el maletero de su coche. Vive en una calle empinada de Ciudad del Campo y se encontró con que la Policía Local no la dejaba pasar. Dice que nadie le avisó de que el asfaltado de una calle paralela, en que desemboca la suya, les iba a cerrar el paso. Así que tuvo que subir a pie toda la compra por la estribación de Monseñor José Rodríguez Rodríguez.
Su marido, Ismael García, va en silla de ruedas. Y ayer no se explicaba que se pudiera cortar una calle sin avisar a sus vecinos. En el cartel informativo de la obra sólo se detalla que se cerrará Lázaro Ortega, que es la paralela. «Tendrían que haber informado para que la gente se pudiera organizar», lamentó este vecino, quien también se quejó de lo poco afortunado que fue la respuesta de los agentes. «Cuando mi mujer le preguntó al policía qué iba a pasar con algunos vecinos mayores y con movilidad reducida, le respondió que quedarían secuestrados durante veinticuatro horas», expuso.
También ejemplificó este secuestro Elizabeth Izaga, quien ayer esperaba en su coche a que abrieran por fin la calle. «El lunes empezaron la obra en la calle de al lado pero nos cortaron el paso sin avisar».
Desde el Ayuntamiento se asegura que se da por sentado que el cierre de Lázaro Ortega iba a afectar a Monseñor José Rodríguez Rodríguez pues le da acceso. y se insiste en que se ha permitido la conexión peatonal por las aceras.
Sin embargo, ésta no es una opción para Ismael. Y los vecinos eran derivados por una vereda que cruza un pequeño descampado hasta llegar a la carretera de San Lorenzo. El tránsito por este lugar para personas mayores o con movilidad reducida, como es el caso de Ismael, resulta del todo imposible.
En la calle Lázaro Ortega tampoco están contentos al ciento por cien. Milagros Medina se preguntaba que «cómo es posible que, pagando los impuestos, nos digan que no tienen presupuesto para asfaltar el aparcamiento que hay en la calle».

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